Un largo camino hacia la actualidad
En los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia, que se celebraban hace más de dos mil años, solo podían participar los hombres. Las mujeres casadas tenían prohibida la entrada, mientas que las solteras únicamente podían participar como espectadoras.
Debido a esta
marginación, las griegas organizaron una competición femenina: los Juegos
Hereos. Nos llegó muy poca información sobre estos, porque solamente
participaban féminas y se celebraban cada cuatro años.
Durante la época romana, todos estos juegos se prohibieron porque se consideraban celebraciones paganas.
En Europa, a lo largo
de la Edad Media, no estaba bien visto que las mujeres se entretuvieran
con tareas físicas, por eso su participación en las competiciones deportivas
fue prácticamente nula. Solo las mujeres de clase alta, en algunos casos,
practicaban la hípica o la caza.
Durante la misma época,
en China se popularizaba entre las mujeres el cuju, una especie
de fútbol primitivo. Algunos grabados muestran a mujeres practicando este
antiquísimo juego de pelota.
El deporte moderno se
fue desarrollando a lo largo del siglo XIX. En 1896 se organizaron
las primeras Olimpiadas modernas, aunque en aquella
ocasión tampoco participaron mujeres, y en las siguientes ediciones fueron
muy pocas.
El Comité
Olímpico Internacional (COI), la institución organizadora de los
Juegos, rechazaba que las mujeres participaran en muchas
competiciones (como el atletismo) porque consideraba que no eran adecuadas
para ellas.
En respuesta a
esa discriminación de género, un grupo de mujeres deportistas montaron
unos Juegos Mundiales Femeninos en 1922 y 1926. El
encuentro cada vez reunía a más participantes, lo que obligó al COI a
rectificar y abrir los Juegos Olímpicos a atletas femeninas.
Aunque la
participación femenina en las Olimpiadas aumentó muy lentamente, esta competición logró
popularizar el deporte femenino gracias al impacto de algunas figuras
destacadas.
Una de ellas fue Nadia Comaneci, que protagonizó un momento mítico de la historia olímpica: en Montreal 1976 demostró la capacidad física y técnica que podían alcanzar las mujeres al convertirse en la primera gimnasta que obtenía un diez en una competición.
CAMINO A LA IGUALDAD
Actualmente el
deporte femenino está cada vez más normalizado en sociedad y hay
algunas deportistas mundialmente famosas.
Sin embargo, el
deporte femenino aún está a mucha distancia del deporte
masculino en relevancia, salarios o número de personas que lo practican. Se
necesita un gran esfuerzo para conseguir la igualdad entre géneros también en
este ámbito.
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